domingo, 10 de mayo de 2015

CRÓNICA DE UNA CALLE


Cuando después de mucho tiempo conseguimos encontrar la forma de canalizar nuestras inquietudes a través del caleidoscopio del Flamenco, por fin nos formalizamos como Tertulia allá por octubre de 2007. Las premisas que nos guiaban eran el espíritu de libertad y la necesidad de conservar nuestra forma de entender el Flamenco y los referentes que han marcado nuestra seña de identidad. Por esto, de lo primero que fuimos conscientes es que nuestra principal labor sería la de reconocer los méritos y aportaciones de los numerosos artistas de Utrera y de esas otras personas singulares que nosotros consideramos imprescindibles.

         A los pocos meses, el 26 de febrero de 2008, se fue “Gaspar de Utrera”, el chacho Gaspar, el bohemio descamisao de excéntricos ideales, el Gasparillo de esos “Gitanos de Romacero”, el máximo representante de nuestra forma de vida flamenca. Por lo que sin querer nació nuestro primer proyecto, así, de la necesidad de poner en valor al artista que se iba y de la preocupación por los pocos que nos quedaban y la poca valía que se le había dado.

          La primera idea que surge fue la realización de una escultura en forma de busto y su colocación en un lugar cercano al actual edificio de Asuntos Sociales, donde vivió de joven rodeado de su familia. La crisis y otros motivos ajenos a la Tertulia hicieron que el proyecto se aplazara.

         Entre tanto, aunque nuestra intención fue siempre mantenernos al margen de las Instituciones, en septiembre de 2009 después de muchas conversaciones internas y por imperativo legal nos registramos como asociación para poder llevar a cabo algunas de nuestras ideas y proyectos, entre ellos el citado reconocimiento a Gaspar. Atrás quedaban meses de reuniones, cantes, risas y vino, y quizás los mejores momentos de la Tertulia vividos en la clandestinidad.

         Y de nuevo en 2013 volvimos a la lucha, rotular el título de una calle con el nombre de Gaspar de Utrera sería nuestro leitmotiv. Pero nos dimos de frente con el muro de la burocracia. Hasta ahora todo fue en vano, dos años de impedimentos, de engaños y de mentiras, de manipulación y de cinismo, de predicar una cosa y hacer lo contrario, dos años de pelea, de prevaricación política y aprovechamiento electoral…

         Así que no, que el Ayuntamiento se quede con la calle, la avenida o el bulevar, que no pongan el azulejo, que no nos den más ojana y, como diría el chacho Gaspar, que nos den mejor el dinero que nosotros ya nos encargaremos de rendirle honores al Rey Gaspar.