Cuando después de mucho tiempo conseguimos encontrar la forma de
canalizar nuestras inquietudes a través del caleidoscopio del Flamenco, por fin
nos formalizamos como Tertulia allá por octubre de 2007. Las premisas que nos
guiaban eran el espíritu de libertad y la necesidad de conservar nuestra forma
de entender el Flamenco y los referentes que han marcado nuestra seña de
identidad. Por esto, de lo primero que fuimos conscientes es que nuestra
principal labor sería la de reconocer los méritos y aportaciones de los
numerosos artistas de Utrera y de esas otras personas singulares que nosotros
consideramos imprescindibles.
A los pocos meses, el 26 de
febrero de 2008, se fue “Gaspar de Utrera”, el chacho Gaspar, el bohemio
descamisao de excéntricos ideales, el Gasparillo de esos “Gitanos de Romacero”, el máximo representante de nuestra forma de
vida flamenca. Por lo que sin querer nació nuestro primer proyecto, así, de la necesidad
de poner en valor al artista que se iba y de la preocupación por los pocos que
nos quedaban y la poca valía que se le había dado.
La primera idea que surge fue la
realización de una escultura en forma de busto y su colocación en un lugar
cercano al actual edificio de Asuntos Sociales, donde vivió de joven rodeado de su
familia. La crisis y otros motivos ajenos a la Tertulia hicieron que el
proyecto se aplazara.
Entre tanto, aunque nuestra
intención fue siempre mantenernos al margen de las Instituciones, en septiembre
de 2009 después de muchas conversaciones internas y por imperativo legal nos registramos
como asociación para poder llevar a cabo algunas de nuestras ideas y
proyectos, entre ellos el citado reconocimiento a Gaspar. Atrás quedaban meses de
reuniones, cantes, risas y vino, y quizás los mejores momentos de la Tertulia vividos
en la clandestinidad.
Y de nuevo en 2013 volvimos a
la lucha, rotular el título de una
calle con el nombre de Gaspar de Utrera sería nuestro leitmotiv. Pero nos dimos de frente con el muro de la burocracia. Hasta
ahora todo fue en vano, dos años de impedimentos,
de engaños y de mentiras, de manipulación y de cinismo, de predicar una cosa y hacer
lo contrario, dos años de pelea, de prevaricación política y aprovechamiento
electoral…
Así que no, que el Ayuntamiento
se quede con la calle, la avenida o el bulevar, que no pongan el azulejo, que
no nos den más ojana y, como diría el chacho Gaspar, que nos den mejor el dinero que nosotros ya nos encargaremos de rendirle honores al Rey Gaspar.
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